El diamante Koh-i-Noor, venerado por su impresionante talla y considerado uno de los diamantes más grandes del mundo, ha vuelto a captar la atención mediática debido a la anticipada coronación del rey Carlos en el Reino Unido. Sin embargo, este icónico diamante no está solo en el centro de la escena; recientemente, otras joyas han generado titulares, destacando el constante interés público por estas piezas excepcionales.
Kim Kardashian, la reconocida estrella de telerrealidad, ha sumado su nombre a la lista de propietarios de joyas notables al adquirir un llamativo colgante con forma de crucifijo que alguna vez adornó el cuello de la fallecida princesa Diana de Gales. Este colgante, conocido como la cruz de Attallah, fue meticulosamente creado en la década de los años 20 por la prestigiosa joyería londinense Garrard, una elección preferida por la propia princesa Diana, quien también confió en ellos para diseñar su anillo de compromiso.
Curiosamente, la cruz de Attallah nunca perteneció formalmente a la princesa Diana; en cambio, fue prestada en varias ocasiones por su propietario y amigo íntimo, Naim Attallah, codirector general de Asprey & Garrard en ese período. Esta transacción, si bien no fue de propiedad permanente, añade un matiz adicional a la fascinante historia de esta joya.
Kim Kardashian, conocida por sus elecciones audaces y su papel destacado en la cultura pop, está consolidando una colección de joyas que rinde homenaje a mujeres que la han inspirado. Según Helen Molesworth, conservadora de joyas en el Museo Victoria y Alberto de Londres, la adición de joyas con un pasado ilustre puede agregar un valor significativo, especialmente si el dueño anterior tenía un carácter glamuroso y había construido una colección de renombre, como fue el caso de la princesa Diana.
Las joyas, a lo largo de la historia, han desempeñado roles diversos, desde emblemas de amor apasionado hasta símbolos de la expansión colonial. Cada gema tiene su propia narrativa, algunas convirtiéndose en íconos y otras ganando notoriedad por sus historias infames.
El diamante negro Orlov, por ejemplo, destaca como una piedra única en su clase, con 67,49 quilates y una leyenda envuelta en misterio. Se dice que este diamante fue robado en el siglo XIX de un santuario en India, y desde entonces, ha llevado consigo la sombra de una maldición que se manifestó en tragedias para aquellos que lo poseyeron.
La perla Peregrina, por otro lado, encarna la perfección y la historia, siendo una perla con forma de pera descubierta en las costas de Panamá en 1576. Con un peso impresionante de 202,24 gramos, esta perla fue inicialmente comprada por Felipe II de España para su esposa, la reina María I de Inglaterra, antes de pasar por las manos de la realeza española y, finalmente, llegar a Elizabeth Taylor en 1969.
El diamante "maldito" Hope, con su intenso color azul y un peso de 45,52 quilates, agrega otro capítulo intrigante a la historia de las joyas legendarias. Asociado con leyendas de su origen misterioso, este diamante ha sido testigo de desgracias y tragedias que han perseguido a sus propietarios a lo largo de los años.
El brazalete Pantera de Wallis Simpson, diseñado por Jeanne Toussaint de Cartier, simboliza la historia de amor entre la socialité estadounidense y el rey Eduardo VIII, quien abdicó al trono británico en 1936 para estar con ella. Este brazalete, adornado con diamantes y esmeraldas, forma parte de una colección de joyas que la pareja se regaló a lo largo de sus vidas.
El Anillo de María Antonieta: Un Tesoro de Historia y Elegancia
María Antonieta, la reina de Francia, se destaca como una prominente propietaria de joyas, según Arabella Hiscox de Christie's. Esta afirmación se respalda con una colección de 10 joyas que alguna vez pertenecieron a la monarca y posteriormente fueron adquiridas por la familia Borbón-Parma. Estas joyas fueron subastadas por millones en un evento organizado por Sotheby's en 2018.
Entre las piezas destacadas de esta colección se encuentra un hermoso colgante de perlas naturales. Esta joya, envuelta a mano y colocada con esmero en un cofre de madera por María Antonieta, fue enviada a Bruselas, Bélgica, poco antes de su captura.
No obstante, Magali Teisseire destaca la singularidad de un pequeño anillo para el meñique que lleva el monograma de la reina. Este anillo, adornado con las letras "MA" en diamantes, guarda en su interior un mechón de pelo de María Antonieta. Una pieza íntima que la monarca llevaba con frecuencia y que, según Hiscox, se vendió por una cantidad asombrosa en comparación con su estimación inicial de entre US$8.500 y US$10.600.
El Diamante de "Breakfast at Tiffany's": Entre la Elegancia y la Controversia
El diamante amarillo que se hizo famoso en la película "Breakfast at Tiffany's" protagonizada por Audrey Hepburn tiene una historia que va más allá de su deslumbrante apariencia. Comprado por el fundador de la joyería Tiffany & Co, Charles Lewis Tiffany, en la década de 1870, este diamante de 128,54 quilates ha sido lucido por cuatro mujeres hasta la fecha, incluyendo a Hepburn, Lady Gaga y Beyoncé.
Sin embargo, la exclusividad de esta joya ha suscitado escrutinio debido a sus orígenes turbios. Desenterrado en 1877 en la mina sudafricana de Kimberley, donde los trabajadores negros enfrentaban condiciones de trabajo terribles bajo el dominio colonial británico, este diamante ha sido asociado con la explotación y el sufrimiento. La escritora Karen Attiah argumenta que el término "diamante de sangre" debería abarcar no solo las piedras utilizadas por milicias, sino también aquellas vinculadas a la búsqueda colonial.
La Corona de la Reina Victoria: Un Símbolo de Amor y Poder
La corona de zafiros y diamantes diseñada por el príncipe Alberto para la reina Victoria en 1840 es uno de los tesoros más simbólicos del Museo Victoria y Alberto. Fabricada por Joseph Kitching, esta hermosa pieza simboliza el amor entre la reina y su esposo. Victoria llevaba la tiara como diadema cerrada alrededor del moño en su juventud y como gorra de viuda en tiempos de luto, una manera de mantener cerca el recuerdo de Alberto.
Los zafiros, que representan el azul de la realeza, la fe y la confianza, han sido emblemáticos para la Familia Real desde los diseños de Alberto hasta el anillo de compromiso de Lady Diana. Esta corona es, según Helen Molesworth, conservadora de joyas en el Museo Victoria y Alberto, una pieza profundamente significativa que encapsula tanto una señal pública como un significado personal.
El Collar de Diamantes Napoleón: Elegancia Imperial a Través de los Siglos
El collar de diamantes regalado por Napoleón a su segunda esposa, María Luisa, en 1811, es una obra maestra de la joyería imperial. Concebido por la joyería Etienne Nitôt e Hijos de París, este impresionante diseño de plata y oro contaba originalmente con 234 diamantes, realzados por múltiples gemas más pequeñas.
Las piedras, extraídas de India y Brasil, destacaban por su extraordinaria calidad cristalina. Aunque sufrió modificaciones a lo largo de los años, como la conversión de dos piedras en pendientes, el collar permaneció en la familia hasta 1948. En ese año, fue vendido y finalmente donado al Smithsonian por la empresaria estadounidense Marjorie Merriweather Post en 1962. Este collar es venerado en el museo como una de las piezas más espectaculares de su época.
Estas joyas, cada una con su propio relato único, no solo son testimonios de épocas pasadas, sino que también continúan siendo objetos de admiración y controversia en la actualidad. Su valor trasciende lo material, ya que cada piedra preciosa está imbuida de historia, mito y simbolismo. En un mundo donde la moda y la cultura evolucionan constantemente, estas joyas legendarias siguen siendo faros que iluminan el pasado y el presente de la alta joyería.